El pálido rosado invade la atmósfera; es un atardecer hermoso, un valioso edén el que contemplan mis ojos, y que llena el mismo cielo que nos cubre a todos hoy... Pero muchos no saben, muchos ignoran, que el cielo rosado, siendo la manta que nos cubre a todos, clausura el día para avisar que el principio de una fría noche se avecina... Y que aún hay almas que divagan en las calles de Honduras, de nuestra cuidad, calles que contemplan esas almas, solitarias por igual... Mientras tanto, las montañas del Valle de Sula que resguardan la cuidad y la protegen de otras realidades más, sirven de escudo para los habitantes que esconden la verdad, y muestran el miedo, mientras esperan a que el día que viene, el día siguiente, sea mejor... Mientras todo pasa, en este momento, dos almas se unen, en la escritura y lectura; tú y yo, compartiendo en la realidad: la verdad.
Y son estos, los ecos de todos aquéllos que no quieren o no pueden, gritar.
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