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“El amor, madre, a la patria no es el amor ridículo a la tierra, ni a la yerba que pisan nuestras plantas; es el odio invencible a quien la oprime, es el rencor eterno a quien la ataca” ― José Martí

viernes, 16 de octubre de 2015

La Casa Invita... ¡AFUERA!

El reloj marca la una con treinta minutos, es plena madrugada.

De nuevo no puedo dormir; ¿no puedo?, debería decir... No quiero.
No siento sueño, esta es la hora perfecta, donde nada es distracción alrededor porque no hay nadie más, no hay gritos ni murmullos, no hay estrés ni trabajo, no hay negro ni blanco, es todo simple paz.

Me gusta recordarme que estar en soledad no tiene nada de malo; puedo pensar tranquilamente en mi vida, en lo que pasa con ella y en lo que ocurre alrededor también... Es triste ver que tantos pasan alrededor mio con una historia que espera ser contada, con ojos tristes y desoladas esperanzas ocultas, con espíritus efímeros que, como el tiempo, avanzan constantes porque no pueden parar, no quieren detenerse por el miedo a vivir, por el miedo al actuar
¿De quienes hablo?, de tí y de mí. 
Simples cuerpos que van por esta vida pretendiendo descifrar hacia donde conviene más ir... Queriendo saberlo todo, sin desear saber nada; ciegos de mente pero no de vista.

¿Y está esto mal?... Mal, amigo mio, según la RAE es: lo contrario al bien, lo que se aparta de lo lícito y honesto. 

Para saberlo, habría que formular otra pregunta entonces: ¿soy honesto con la vida?.
Piénsalo bien, no se trata de honestidad en la vida, sino con ella... 

La paz de la madrugada debería ser la octava maravilla del mundo...

Y recuerdo de momento que a pesar de todo, yo estoy soñando aquí, mientras afuera hay: niños solos en las calles, mujeres pobres con las placentas tan grandes como la llanta de un tractor, llenas de más y más criaturas inocentes que vienen al mundo sólo a desear una muerte sin dolor. 
Borrachos que sueñan con lo que jamás tuvieron de niños, despiadados por las calles confiando en el azar, prostitutas que vienen y van, homosexuales que se preguntan el origen de su naturalidad, personas que van y vienen sin encontrar un hogar en sus propias casas... Almas solitarias ocultas entre trapos sucios, que andan y que quitan su hambre con el amargo sabor del odio, el rencor y el olor del resistol... 

¨- ¡Una birra por favor! Pa´ olvidar este dolor, después de todo... La casa invita. ¨

Porque hoy, como lo fué ayer y lo será mañana, la lucha entre la muerte y la vida se vuelve un juego en las calles de este país.


Y si ¨afuera¨ (también definido por la RAE) significa: Fuera del sitio en que se está...

Dígame alguien entonces: ¿a los desdichados mencionados antes, los acompañan las almas que escapan justo ahora, de sus cuerpos, para viajar en el dulce mundo de los sueños?... ¿Merodean junto a ellos las miradas idas que en este momento, sólo revelan deseos de escaparse a otro lugar?, ¿Es que no los desamparan en el tenebroso camino de la eterna soledad; las personas que mientras avanzan por el mundo; sólo piensan en el deseo de poder andar y que imaginan otra realidad?...

¡Y me les uno!

Porque encerrada en mi mundo, mientras mi cuerpo permanece inmóvil entre cuatro paredes, me imagino aquél sol que me espera a las cinco y treinta y cinco de este día... La hora en la que todas las almas solitarias merodean; acompañándose sin saberlo, en la misma soledad; detrás de estas montañas que rodean San Pedro Sula.

¿Permanecemos todas las almas, afuera en esta madrugada?...

Sólo queda una cosa por hacer... Despertar, y volver de ese lugar íntimo en el que los sueños y la libertad se unen, susurrando al viento sabio; porque no queda más... De nuevo, el alma recibe, con dolor y con paciencia: la decepción al empapar los humildes sueños en las profundas aguas de la realidad... Esta es la hora en la que el sol sale y aguarda, es ¡otro día igual!.

Pero, tal vez... ¿Seguimos todos afuera?


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