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“El amor, madre, a la patria no es el amor ridículo a la tierra, ni a la yerba que pisan nuestras plantas; es el odio invencible a quien la oprime, es el rencor eterno a quien la ataca” ― José Martí

lunes, 4 de agosto de 2014

Tengo Cáncer


Estaba caminando, caminaba pero no avanzaba, y yo deseaba con el alma, progresar.


Dicen por ahí que ayudar a los demás hace que te sientas muy bien, es una adicción el sentimiento que te da, hasta el punto de volverte egoísta porque te hace querer más de lo que sientes al ayudar; ¿lo crees?



Les voy a contar... Lo descubrí cuando yo tenía 15 años; cuando el sabor de la monotonía en mi boca ya se sentía por cada palabra y cada idea que expresaba; fué entonces cuando decidí dar vuelta al asunto y poner en marcha un plan que no sólo me ayudara a cambiar lo que estaba mal en cómo me sentía y lo que hacía; sino que también lograra cambiar el presente de alguien más.


Compatriotas que me estan leyendo, ¿pueden recordar que no hace mucho en los periódicos hablaban de la situación del Hospital Mario Catarino Rivas? La manera en la que la necesidad los obligaba a poner a recién nacidos en cajas de cartón; la cantidad de medicamentos que hacen falta, la manera en como esta mal distribuido todo y la pobreza se apodera cada vez más.

En aquél tiempo (hace 3 años) el problema todavía no había alcanzado la cumbre mortal; no se escuchaba ni se veía acerca de eso; entonces decidí junto con un grupo de amigos, realizar una visita a un lugar específico de ese hospital:


Y esto que diré a continuación, por favor ten en cuenta que es muy personal, es la experiencia más abrumadora (en mi opinión) que he sentido en mi vida. Ocurrió en una visita al área de infantes con cáncer: éramos un grupo de personas en el que todos deseábamos compartir tiempo con los niños, regalarles comida y juguetes, pero sobre todo plática y sonrisas. Al principio lo que más me llamó la atención fué una pequeña niña, entre 7 y 10 años, la unica sin cancer, pero que tenía un tumor muy notable en la espalda y a pesar de ello corría arriba y abajo junto con los demás niños del área.


Apenas me vió se pegó a nosotros, por eso la nombré coordinadora oficial, era una nena muy agradable... La enfermera nos contó que ella venía casi todos los días para pasar un rato, jugar con los niños y para ayudar por igual... Habíamos compartido con casi todos cuando llegamos a la camilla de Miguel, un niño de apróximadamente 14 años; como me contó la enfermera un tiempo después de nuestra llegada, el niño llevaba poco más de una semana sin querer comer, estaba deprimido, sin ganas de nada...

Nosotros sin saber de ello, lo tratamos de igual manera que al resto de los chicos en aquélla habitación grande. Le hablamos de fúbol porque a él le gusta, también (a pesar de su edad) le dimos el pequeño regalo (un peluche) cosa que le dió un poco de risa... Y platicamos hasta sacarle más de una sonrisa. Al final del día la enfermera sorprendida habló conmigo; Miguel se había comido 4 galletas y el ánimo le había subido. Ella me contó que hacía una semana el niño negaba la comida y lo mantenían con suero; estaba muy triste pero nuestra visita le había cambiado el semblante.
No sé si exista tal cosa como el destino, algo que esté escrito o ya predispuesto ante nosotros... Pero de algo que estoy segura es que ese día salí con una perspectiva totalmente distinta. Puede que incluso, le hayamos salvado la vida a Miguel, con tan solo haber compartido un poco de nuestro tiempo y de nuestras sonrisas. Tanto él como la niña, y todos en aquél lugar me demostraron que la vida vale la pena, que a pesar de todo, puede que sin conocernos o no, alguien aprecie de nuestra compañía; y que siempre habrá tiempo para compartir y regalar, sobre todo, sonrisas, amistad y amor.



Sí, tengo cáncer mientras ellos lo tengan. Tengo la muerte en mis manos así como tengo la vida; si ellos pueden, yo puedo y si ellos no creen, yo creo por ellos. Jamás debemos dejar solos a nuestros hermanos; ayudemos hondureños, ayudemos por nuestro presente, nuestro hogar y ésta familia catracha que por identidad tenemos.

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